Nancy Fabiola Herrera empieza sus estudios de música y canto a los ocho años en el Conservatorio de Las Palmas de Gran Canaria. Su andadura prosigue en el Real Conservatorio de Madrid, en la Juilliard School of Music de Nueva York y en la Academy of Vocal Arts de Filadelfia. Hoy, es una de las intérpretes más destacadas del panorama lírico internacional, referente de marca personal en Canarias y nuestra mezzosoprano más admirada.{itpshare}
“Descubrir, en definitiva, qué te motiva, cuál es esa pasión o pasiones de las que hablábamos, porque la motivación determinará que superemos o no nuestros retos”
Nancy es de esas personas que te estremece el corazón. Asistir a una de sus actuaciones, cerrar los ojos y dejarte llevar por su voz es una experiencia que hay que vivir, al menos, una vez en la vida. ¿Por qué? Porque Nancy te acaricia el alma, consigue penetrar en ti y tú en ella, a través del vehículo fascinante de la música, su pasión.
Nancy Fabiola Herrera, de padres canarios, nace en Venezuela y pronto se traslada a Las Palmas de Gran Canaria, ciudad en la que crece y vive su infancia y adolescencia. Compagina desde el principio su formación académica reglada con estudios en el Conservatorio de Las Palmas de Gran Canaria como mera afición, motivada por su madre –un pilar fundamental en su vida–. Entonces Nancy ignoraba que algún día se convertiría en una de las intérpretes más destacadas del panorama lírico internacional. Su abuela Candelaria, a quien recuerda con nostalgia, lo supo desde el principio. El destino le deparaba algo grande a su nieta.
Sin embargo, la mente de aquella preciosa niña, con un talento aún sin desempolvar, se inquietaba con otras disciplinas. Nancy afirma enternecida que entonces la Arqueología y todo lo que tenía que ver con Egipto acaparaba toda su atención. Así, recuerda que su primer trabajo con yeso en la escuela fue la máscara de Tutankamón.
Fue creciendo y el canto y sus estudios de música pasaron a ocupar más tiempo en su día a día. No obstante, la Nancy egiptóloga continuaba presente y ese desasosiego por descubrir mundo más allá de las fronteras de nuestro Archipiélago, investigar y servir de guía turístico –en ese momento su sueño– la empujaron a trasladarse a Madrid para presentarse a las pruebas de admisión de la Escuela Oficial de Turismo, estudios que concluyó satisfactoriamente. A la vez, continuaba con su formación musical en el Real Conservatorio de la capital.
Eran ya muchos los que advertían en ella un talento único para la lírica, como sus primeros maestros Juan José Falcón Sanabria, Consuelo Antúnez o María Rosa Castellano, entre otros tantos que enumera la artista con cariño y admiración. El momento de que explosionara ese derroche de voz que aguardaba en su interior impaciente se aproximaba sin tregua, y Nancy tuvo que tomar una decisión. No lo dudó y se marchó rumbo a Estados Unidos para continuar su formación, esta vez en la Juilliard School of Music de Nueva York y en la Academy of Vocal Arts de Filadelfia.
Desde entonces vive entre aviones, hoteles y escenarios, con enclaves familiares en Las Palmas de Gran Canaria, Montevideo y Nueva York. Su fuerza interior y su marido, fiel compañero de viaje, constituyen su hogar. El elemento diferenciador de Nancy es su ternura, entendida como el amor con el que adereza cada una de las palabras, interpretando y también conversando, y la responsabilidad y exigencia para con su público.
Su trayectoria es brillante y el listado de premios y galardones casi interminable. Ayer estaba en Washington, hoy charla con nosotros en Madrid y mañana… Mañana en el aire. Su voz ha resquebrajado infinidad de almas a lo largo de su trayectoria profesional; desde el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, al Metropolitan Opera de Nueva York, el Covent Garden de Londres, la Deutsche Oper Berlin, la Bayerische Staatsoper de Múnich, el Arena di Verona, la Opera de Los Ángeles, Sydney, Tokyo o Tel Aviv, y la lista continúa…
¡Y lo que queda! Porque Nancy reconoce que son muchos los sueños que desea hacer realidad. La música es su vida. “No concibo mi vida sin ella. Desde pequeña escuchaba música en casa, mis padres cantaban boleros, les gustaba mucho la música mexicana y disfrutábamos de ella juntos. Cuando fui creciendo, a los ocho años, mi madre me matriculó en el conservatorio porque a ella siempre le gustó la música clásica y me expuso a la música sinfónica, llevándome a algunos conciertos para familiarizarme con ese género”. La música tiene que estar presente en su vida siempre y sus gustos son muy variados. Cuando está lejos de las Islas, le apasiona escuchar nuestro folclore y se confiesa fiel admiradora de grupos como Los Gofiones, Los Sabandeños o Mestisay.
Hoy, admite que no se visualiza haciendo algo distinto. “Amo mi trabajo y espero poder hacerlo hasta que me marche de este mundo” expresa nuestra mezzosoprano, pero aquella niña aventurera continúa despierta y juntas comparten otras pasiones como las terapias alternativas, la práctica y estudio de la meditación y el yoga.
Como el dicho, Nancy reza que “no debemos en la vida poner todos los huevos en una sola cesta. Hay que descubrir cuáles son nuestras pasiones y desarrollarlas porque no sabemos lo que nos deparará la vida. Cuanta más formación y más disciplinas encontremos que nos apasionen, si una no funciona, puede hacerlo la otra”. Ella descubrió la suya atendiendo a su interior y mientras, siguió cultivando el resto.
Siempre le gustó meterse en la piel de otros personajes y rememora cómo desde pequeña, sus amigas, le invitaban a imitar a sus maestras. Lo hacía muy bien, confiesa. Así, la primera vez que subió a un escenario fue en el instituto dando vida a un hombre, protagonista de la obra Una noche de primavera sin sueño de Enrique Jardiel Poncela.
Nancy anima a nuestros jóvenes y no tan jóvenes, a la sociedad canaria en general, a atreverse a soñar, a decir en voz alta “yo sí puedo”, y a comprometerse. “Descubrir, en definitiva, qué te motiva, cuál es esa pasión o pasiones de las que hablábamos, porque la motivación determinará que superemos o no nuestros retos”. Los límites, sentencia Nancy, “los ponemos nosotros”.
Aunque reconoce que ha tardado en aprenderlo, nos confiesa que el momento en el que se siente en plena armonía es aquél en el que vive con plena consciencia, ya sea tomando una taza de café, saboreando una buena copa de vino, mientras mantenemos esta conversación, contemplando las estrellas o el mar, su bálsamo, compartiendo encuentros con sus familiares y amigos, o sobre el escenario.
Sus fuentes de inspiración en la profesión son muchas pero pilares fundamentales en su vida son su madre, su amiga y maestra venezolana, Milagros Torres, y su marido. Para Nancy, el amor en su máxima expresión lo es todo. Amiga de sus amigos, le gustaría ser recordada como un ser humano que intentó vivir la vida con alegría y sentido del humor. Que digan “qué bien lo pasábamos con ella…” Sin duda, yo recordaré siempre esta conversación.
Hablamos también del temido fracaso. “Las personas que triunfan en la vida lo hacen después de muchísimos fracasos, cuando te cierran las puertas una y otra vez. Los que consiguen alcanzar el éxito, personal y profesional, son las personas que perseveran, aquellas que de un obstáculo o de una mala experiencia ven el lado positivo, se levantan tras el golpe y salen reforzados para superar sus miedos”.
“Son muchas las páginas en blanco del cuaderno de la vida que quedan por escribir” apunta Nancy. El autor eres tú.
Sus recomendaciones e intereses
Un libro que le haya inspirado: La fuerza de creer; Tus zonas mágicas; y Metafísica al alcance de todos.
Una canción: Corazón partío y Santa Lucía
Una película: El campo de sueños y Contact
Una ciudad: París
Huella digital
Página Web : http://www.nancyfabiolaherrera.com/es/
Facebook : https://www.facebook.com/pages/Nancy-Fabiola-Herrera-Página-Oficial/132073180161983?fref=ts
Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Nancy_Fabiola_Herrera
Autora: Carla Peña García.
Fecha: Madrid, a 15 de diciembre de 2014
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